Este blog está destinado a familias que tienen dudas sobre en qué momento, a qué lugares, y si es saludable viajar con sus hijos. Es importante recalcar que este blog no va a establecer cómo prioridad el hablar de rutas, destinos o precios, más bien de experiencias personales con un enfoque a la salud mental de los niños, dentro de un proceso de descubrir el mundo en sus etapas de desarrollo.
Tenemos como colaboradores/aportadores a Stephanie Arroyo, profesional de la salud mental, con una maestría en consejería psicológica y certificada como “behavior technician specialist” y autora del blog “Mama Te Ayuda”. También tenemos a Jessica Medina, viajera y madre, consiente de los beneficios que trae viajar en familia gracias a sus experiencias de viajes junto a su hija. Y como último, pero no menos importante, me tienen a mí, que ademas de ser el autor del “travel blog” Camino al Norte, poseo un bachillerato en psicología y salud mental, curso mi maestría en trabajo social clínico y con experiencia laboral en una institución psiquiátrica.
La pregunta principal: ¿Es bueno llevarnos a nuestros hijos a viajar? DEFINITIVAMENTE SÍ. Los niños/as se encuentran sumergidos plenamente dentro de una etapa de desarrollo, donde, para imaginarnos este proceso un poco mejor, son como una esponja, absorbiendo toda la información a su alrededor. Si los niños aprenden dentro de lo que es su círculo familiar, imaginen todo el conocimiento que pueden adquirir de nuevas culturas, idiomas, comportamientos, entre otras cosas a las que estamos expuestos en lo viajes. Stephanie Arroyo nos dice: “Cuando nos convertimos en padres, teníamos esta errónea cognición de que teníamos que despedirnos o decirles adiós a los viajes o aventuras. Pensábamos que con un niño/a iba a ser imposible y no lo disfrutaríamos igual. La verdad es, que ahora con la compañía de nuestra hija lo disfrutamos más, pues estamos creando memorias y recuerdos familiares. A la misma vez que aprendemos explorando lugares, tenemos experiencias únicas como familias que seguramente, en algunos años, hablaremos de ellas a través de las fotos que capturamos. Dígame: ¿a quién no le gusta dar un viaje al pasado con las fotos que recolectamos?“
Pero, ¿a qué edad es recomendable viajar con nuestros niños? Piaget, fue un teórico, que dividió el desarrollo cognoscitivo en cuatro grandes etapas: etapa sensoriomotora, etapa preoperacional, etapa de las operaciones concretas y etapa de las operaciones formales, cada una de las cuales representa la transición a una forma más compleja y abstracta de conocer. No es hasta los 7 años aproximadamente que los niños se adentran a él estadio de operaciones concretas. Esto se define como el momento en el que el infante empieza a utilizar las operaciones mentales y la lógica para reflexionar sobre los hechos, los objetos y su medio ambiente. Esta capacidad de aplicar la lógica y las operaciones mentales les permite abordar los problemas en forma más sistemática.
Cuando viajamos dentro de esta etapa, Stephanie Arroyo nos dice: “ ¿Qué beneficios puede aportar el viajar en familia? Según las investigaciones el viajar con niños puede ayudarlos a desarrollar mejor la capacidad social y emocional, adquieren una mejor actitud ante la vida y las demás personas. Desarrollan nuevos valores y habilidades sociales. Los ayuda a perder el miedo a lo desconocido. Conocen nuevas culturas, idiomas y fomentan su capacidad de adaptación a otros medios. Se fomentan el respeto a otras personas, se desarrolla la tolerancia, la flexibilidad y la paciencia. Con experiencias como el disfrutar un amanecer o un paisaje se les enseña a vivir un ritmo más lento y en el presente, disfrutando de los pequeños placeres que nos puede regalar la naturaleza. Se desarrolla a autonomía y maduración, además la capacidad de observación y reflexionar sobre la vida. Se les puede fomentan el valor de ser agradecidos con lo que tienen, al ver las necesidades de otras culturas. Los ayuda a tener mejor confianza en sí mismos, y resolver problemas. Al viajar, les podemos enseñar también a vivir sin los dispositivos electrónicos, sin la televisión, ni videojuegos, que los mismos no son necesarios todo el tiempo para divertirse. El viajar y compartir en familia a la vez, desarrolla y fomenta los lazos entre los miembros y aumenta la capacidad de confianza. El viajar todos juntos, en familia, se ha comprobado que en niños se refleja una mayor tendencia a la independencia, autoestima y confianza en sí mismos. Además, son más extrovertidos por lo general.”
Jessica Medina, nos confirma esta información base a su propia experiencia, ella nos comenta: “Si me preguntan si hay una Mia (hija) antes o después de los viajes, les diría que sí. Su empatía y forma de ver la vida es otra. Nunca cuestiona otra creencia o modo de vida, porque a su corta edad ha comprendido que mucho de nuestros valores y forma de ver la vida se deben al lugar donde nacimos y a la gente que nos rodea. Al sol de hoy, nunca la he escuchado alardear de sus viajes con sus amigos, y tampoco hablar de sus planes de viajar. Las pocas veces que alguien le ha preguntado solo dice con una sonrisa “si, me gusto” porque no ha dejado de ser la niña tímida que es, pero los que han tenido la oportunidad de ganar su confianza no dejan de sorprenderse que para ella, no es mas importante decir “he estado en Italia, España o Tailandia” sino mas bien contar cuan amable es la gente en los lugares que ha visitado, o como se pudo comunicar en señas con su nuevo amigo.”
Asi que, exponer a nuestros hijos a estos tipos de procesos son un beneficio enorme para el desarrollo psicosocial. Un destino muy popular en Puerto Rico, es viajar a Orlando, específicamente a Disney. Aveces, me atrevo a apostar que el amor por viajar nos nació el día que nuestros padres/tutores nos llevaron a Disney por primera ves. Expongo este destino como ejemplo por que estos “theme parks” están inundados de colores, sonidos, actividades, y todo esto, son estímulos multi-sensoriales, que sin duda alguna, están ayudando a la percepción, desarrollo y respuesta del infante. Pero, qué pasa cuando el viaje es algún lugar (y pongo esto entre comillas por que no hay ningún lugar aburrido) “aburrido” en el proceso. Stephanie nos aporta: “Ciertamente viajar con menores puede implicar prepáranos con más tiempo o mejor para el viaje, es decir llevar meriendas, medicamentos, entretenimiento como libros, sus juguetes, sus muñequitos favoritos. No obstante, el hablarles y comunicarles el propósito del viaje e incluirnos en él mismo les da un cierto sentido de confianza y orientación a lo que estarán por realizar.”
La educación comienza en casa. Si, por ejemplo, el destino es Washington DC, donde para un niño, ver a Abraham Lincoln sentado no es para nadaaaaa una aventura, ahí es que la aventura para la familia comienza. El viaje no solo es durante, el viaje comienza desde antes. Jessica Medina nos comparte: “Hablemos de esa primera vez que tu niño llega a un lugar lejano nunca visto y de ese impacto cultural, porque si como yo, su viaje es mas histórico-cultural, les advierto que sí, hay un impacto, aún cuando previo a viajar, nos dedicamos a leer y a buscar la mayor información sobre el sitio al que iríamos. Y porque “vamos a las playas” no era suficiente, leímos de cultura, creencias y costumbres.” “Para mi era importante que ella entendiera a que se enfrentaría y cómo afrontaría esta nueva diversidad; por esto apunté a Asia como primera experiencia. Porque adicional a lo común de caminar sobre esas playas de revista, quería que viese con sus propios ojos otro modo de vivir. Me propuse que sus viajes queden plasmados en ella con el “valor de la vida” más allá del privilegio de viajar, y es por esto mismo que intento que sus viajes sean low-budget, con mochila, comida de la calle y que incorpore mezclarnos con locales.”
Viajar no únicamente se define como montarse en un avión he ir a otro país; viajar, en esencia, es el movimiento, la exploración, la exposición a nuevos lugares, así que, un niño puede sentir que viaja de una habitación a otra, o hasta cruzar la calle puede crear la sensación de aventura. Stephanie nos dice: “Podemos pensar que para obtener estos beneficios debemos cruzar a otro país, sin embargo viajar dentro de un mismo país o ciudad cercana, donde cambiemos el panorama un poco puede ser de gran beneficio.”
Así que, después de toda esta lectura, los viajes no solo estimulan a grandes, si no también a pequeñes, y mas que eso, fomentan una relación saludable familiar. Como modo de resumen, debemos ver los viajes como este proceso de crecimiento, de adquisición de información, de acercarnos mas a los que nos hace humanos, a sentir, a experimentar y a conectarnos más… Los niños, dentro de sus propios procesos, van asimilando, entendiendo, comprendiendo cada paso que dan, a cada experiencia que se exponen, pero mas que todo, a como sus padres/tutores, se encargan de llevar el mejor proceso.
Tomemos en consideración que a muchos niños, simplemente no les agrada la exposición, y aunque viajar puede ser terapéutico y estimule las interacciones personales, tampoco se debe obligar o imponer experiencias no deseadas. Cada proceso es individual, y el respeto a la toma de desiciones es fundamental.